martes, 20 de diciembre de 2011

Padres y estudiantes piden la renuncia de Aguirre

Marchan de la alameda al palacio, un día después de los asesinatos

Kau Sirenio

El silencio, señal de dolor e impotencia, se dibujan en los rostros de los cientos de jóvenes normalistas y padres de familia que marcharon por las principales calles de Chilpancingo este martes, en demanda de esclarecer los asesinatos de los estudiantes normalistas, Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús.
Los deudos demandan la salida del gobernador Ángel Aguirre Rivero, del secretario general de gobierno, Humberto Salgado Gómez, por haber ordenado el desalojo violento, donde murieron los jóvenes estudiantes. Así mismo, piden la liberación de Gerardo Torres Pérez, de 19 años, señalado de daños, robo, doble homicidio y portación de un arma de fuego de alto poder. Los ministeriales lo torturaron, para que aceptara que disparó un AK-47.
La marcha del silencio recorrió las calles de Chilpancingo. Los curiosos veían a los normalistas con indiferencia. Otros indignados. Sin embargo, la consternación en la sociedad civil no se vio, los estudiantes marcharon como siempre lo hacen, sólo llegaron ahí padres de familias y los pocos universitarios de conciencia. Son de la Unidad Académica de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Guerrero. Los líderes históricos de la Casa de Estudio no llegaron.
Tampoco llegaron los que antes eran líderes de la izquierda, Bulmaro Muñiz Olmedo, Félix Moreno Peralta, Martín Mora Aguirre, Vítor Aguirre Alcaide, porque ahora todos son funcionarios. El Partido de la Revolución Democrática tampoco ha pedido desaparición de poderes en Guerrero. La única institución de izquierda está cooptada, sólo organizan elección para acceder el poder.
La sangre de los normalistas Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús, originarios de Atoyac y Tixtla, quedará impune.
A las 2:00 de la tarde, antes de que partiera la marcha del silencio, en la alameda Granados Maldonado, todos los reporteros ya sabían que el procurador de Justicia Alberto López Roras renunció. En una entrevista con Denise Merker, el aún procurador anunció: “para no entorpecer la investigación he decidido solicitar mi renuncia, sólo espero que el gobernador lo acepte”.
Los luchadores sociales presentes en la marcha reaccionaron de inmediato: “no queremos la salida del procurador, queremos la salida del Ángel Aguirre, él es el único responsable de este cobarde hechos. Los jóvenes les solicitaron audiencia pero nunca les hizo caso. Por omisión y por acción es el culpable”, dijo Arturo Miranda de la ACNR.
Cuando los estudiantes y las organizaciones sociales se disponían emprender la marcha, se enteraron que el secretario de Seguridad Pública y Protección Civil, Ramón Almonte Borja, así como el subsecretario de policía, general Ramón Miguel Arriola, también renunciaron.
Mientras la protesta avanzaba,  en Tixtla era velado Gabriel Echeverría de Jesús y Jorge Alexis Herrera Pino, fue llevado a su pueblo, La Y Griega, en Atoyac, donde nació y creció, donde obtuvo la conciencia que debía estudiar para salir de pobre y optó por el magisterio. Nunca se imaginó que iba ser asesinado en una protesta en demanda de educación.
Estos dos estudiantes, pasaron ser parte de la larga lista de muertos, de los acribillados, de los estigmatizados por ser jóvenes y estudiantes, porque ellos son los únicos culpables de su muerte, así como lo dijo el gobierno del estado el lunes 12 de diciembre, en un breve comunicado.
También pasaron ser protagonistas de los medios locales, zalameros y pusilánimes. Semanarios que publicaron la nota principal, el deslinde del gobierno del estado. Los normalistas muertos son ahora también el cuchillo de palo de los directores de estos medio inexistentes para cobrar su embute.
Así es Guerrero, un estado pobre, donde el hambre y el analfabetismo es la principal demanda, de los campesinos sin tierra, de los obreros encerrados en su casa ante la ola de violencia, de los estudiantes masacrados. Guerrero tiene historias de lucha. De los movimientos sociales, de los masacrados, de los copreros, Aguas Blancas, El Charco y Autopista del Sol.
Los mineros de Taxco, marcharon con una cinta canela en la boca de “justicia”. Los normalistas con carteles en la mano que decían “Aguirre asesino de estudiantes”. Los egresados llegaron, sin poder decir palabras, incrédulos, y más aún cuando se les pregunta de las actividades que van a realizar.
Sus pies sucios, manos callosa, portan otro cartel, “Desaparición de Poderes en Guerrero”. Es el clamor de los padres de familias, campesinos que viajaron desde sus comunidades para demandar justicia, para los caídos.
Los manifestantes ven otros padres de familia con esas ganas de decirle que nos sean indiferentes al dolor, como queriendo imitar a Mercedes Sosa con esa vieja canción de protesta “Sólo le pido a Dios/ que el engaño no me sea indiferente/ si un traidor puede más que unos cuantos,/ que esos cuantos no lo olviden fácilmente…”.

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