martes, 6 de diciembre de 2011

Trabajo comunitario

Tradición que renace en Cuanacaxtitlán
Kau Sirenio

La mañana del domingo 27 de noviembre, en Cuanacaxtitlán, un grupo de jóvenes se reunió para hacer trabajo comunitario, actividad que hace años era una forma de vida en esta población indígena del municipio de San Luis Acatlán, pero en la actualidad ya no se acostumbra.
La limpieza del centro de la comunidad fue la actividad principal del taller Liderazgo y Planeación, impartido el sábado 26 y el domingo 27 a 13 jóvenes de la localidad que forman el Comité de Deporte Cuana, grupo dedicado a la promoción del deporte, cuidado del medio ambiente y la cultura.
Desde temprano, se forman grupitos de chavos y chavas en torno al auditorio municipal (apenas una cancha techada con lámina), en el centro de la localidad, donde un sonido mezcla música pop con música de banda. Muchos curiosos miran a través de la malla de alambre cómo algunos adolescentes recogen la basura.
Allí están. Platican entre ellos; todos coinciden. Uno busca una brocha para pintar una barda, mientras las chavas, con jarras y vasos en mano, reparten agua fresca. Los hombres hacen trazos en la única cancha de la comunidad, para pintarla. La pintura vieja se desprende sola del piso. “Hace años que no se pinta”, dicen los jóvenes.
La comunidad de Cuanacaxtitlán, de población Ñuu Savi, se ubica en la Costa Chica de Guerrero, cerca del límite con Oaxaca. Rodeado de laderas devastadas por las milpas, el pueblo tiene una importante presencia de jóvenes de entre 15 y 19 años. Aquí no hay mucho que hacer. Las distracciones cotidianas son el alcohol, el deporte y los bailes ocasionales, o presenciar el desfile cada vez que hay.
También los noviazgos, socorrido pasatiempo para los que esperan el momento de emigrar en busca de oportunidades de empleo o de ocuparse en el campo, en los estados del norte del país o, peor aún, en el extranjero.
Como en todas las comunidades rurales, los espacios de esparcimiento son escasos. Aquí no hay parques, ni cines. Así que las parejitas optan por ir a San Luis Acatlán -a unos 20 minutos de distancia- u otra ciudad cercana para divertirse.
La localidad, con tres mil 500 habitantes, según el censo de 2010, se considera la segunda en importancia en el municipio. La población juvenil es la más afectada por el rezago. El 69.81 por ciento de la población de 15 años en adelante cuenta con educación básica incompleta, mientras que siete de cada 10 jóvenes emigran a los campos agrícolas de Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Baja California Norte y Baja California Sur.
De los jóvenes que estudian en Cuanacaxtitlán, dos de cada diez continúan sus estudios en algunas escuelas de nivel superior en Ometepec, Santa Cruz del Rincón, Malinaltepec; otros más lo hacen un poco más lejos, como en Ayutla.
Los jóvenes ñuu savi prefieren estudiar en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), para maestros bilingües; otras licenciaturas que demandan son: Informática, Contabilidad, Administración, Agronomía y Veterinaria.
El 96.79 por ciento de la población no tienen acceso a servicios de salud. El único centro de salud con que cuenta la comunidad presta atención a los tres mil 500 habitantes. El 98.87 por ciento de las viviendas no cuenta con excusado, sanitario o drenaje. Y el 76.73 por ciento, no tienen piso de concreto.
Cuanacaxtitlán, situado en un pequeño valle rodeado de cerros, visto desde la altura parece un nido. De ahí que le hayan llamado Nido de gallina, aunque la toponimia es Lugar de parota. Se llega por una carretera que serpentea el cerro Tonaltepetl, vía cuya pavimentación se inauguró en 2005, durante la administración de Genaro Vázquez Solís.
Organizarnos para nuestro futuro
El domingo 27, después de la última sesión del taller Liderazgo y Planeación, los jóvenes almorzaron cada quien en su casa. Se concentraron en el auditorio desde muy temprano. Un día antes, en la asamblea, los dirigentes jóvenes comunicaron a sus agremiados que el domingo es día para pintar la cancha, barrer las calles, lavar los baños, “en pocas palabras, embellecer la plaza”, dijo José Luis Bautista Nava.
José Luis almorzó sopes con cecina de res y agua fresca. A las 10 de la mañana llegó puntual al auditorio. Un grupo de adolescentes ya lo esperaba. Llegaron con cubetas llenas de agua que trajeron desde los arroyos, porque su pueblo no tiene agua. El pozo más cercano está a un kilometro.
“Si no lo hacemos nosotros, nadie más lo hará; somos jóvenes que nos interesa el problema de la comunidad. Aquí están los compañeros, que diario vienen a pasar su tarde en esta cancha; es el único lugar que tenemos para divertirnos o para distraernos. Aquí en el pueblo no hay cine; tampoco hay centro deportivo”, dice mientras con un metro traza las líneas en el piso de concreto de la cancha de basquetbol.
Comentó que un día ante tuvieron una plática dirigida a líderes comunitarios, la cual se centran en: Planeación, incidencia, liderazgo y gestión, como una forma de reactivar la organización de los jóvenes, para que ellos mismos construyan su propio espacio de convivencia.
“Un lugar donde haya espacio para adolescentes, jóvenes y no tan jóvenes. La idea es integrarnos, saber que nosotros somos el cambio y no estar esperando que llegue otra persona a dirigirnos; mostrar ante los demás de lo que somos capaces; es lo que nos dará la pauta para seguir trabajando y que no sea solamente por el deporte sino también el cuidado del medio ambiente y actividades culturales”, explica José Luis Bautista Nava, el Güero.
El Güero es basquetbolista; todos los días práctica este deporte, convive con los niños y jóvenes. Cuando puede salir a un encuentro deportivo en las comunidades aledañas, lo hace. Estudió informática en el Tecnológico de Ometepec, y desde 2008 organiza un torneo de básquetbol durante la feria anual de Cuanacaxtitlán.
Alejandro Díaz Hernández, egresado de la Escuela Normal Centenaria Ignacio Manuel Altamirano pero sin plaza, vive con tal pasión el deporte que se incorporó al Comité de Deporte Cuana, del cual funge como tesorero.
Él, como varios líderes comunitarios, trabaja activamente en la limpieza que todos organizaron. “Tenemos que trabajar para cambiar lo que no nos gusta; para esto tenemos que trabajar organizados, porque la unión hace la fuerza. No tengo una plaza de maestro, que es lo que estudié, pero me dedico al comercio; de ahí obtengo para mi familia”, expone.
Agrega: “Además de impulsar el deporte, el cuidado de medio ambiente y la cultura, también debemos de prever a los compañeros, buscar la forma de generar fuentes de empleo, porque es el principal problema que enfrentamos".
Y complementa: “Los chavos se van a las ciudades en busca de un trabajo, y regresan sin trabajo y con problemas como la droga y el alcohol”.
Moreno y bajo de estatura, Alejandro trabaja con sus compañeros, les incita a hacerlo en equipo. Todos aportan ideas. Lo que falta es el dinero. Los políticos les prometieron apoyo, botes de pinturas, pero no llegaron. Así que decidieron pintar con cal y sal, lo que importa es cambiar la imagen, que la única cancha donde juegan todas las tardes se vea distinta.
“Que los adultos no nos estigmaticen, sino que nos den su apoyo, como lo hizo Inocencio Hernández García, quien llegó con su cooperación, aunque nadie se lo pidió. El trabajo en equipo es lo que hace falta. Ojalá que otros compañeros se integren, porque unidos hacemos más”.

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